Así fue, Increíble

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El verano está por llegar a la Ciudad de México, y para no variar, con él llegan las lluvias que tanto amamos o aborrecemos según sea el caso.

El día de ayer fue un ejemplo perfecto del verano citadino; la lluvia latente y el cielo grisáceo conformaron el escenario de un caos vial que generó un tráfico infinito, desesperación entre peatones, metrobús atascado, gente luchando a vida o muerte por un lugar en el metro, y confusión entre algunos seres indefensos, seres ansiosos y emocionados que esperaron cerca de 14 años, para llegar a una cita, esa cita era para ver la segunda entrega cinematográfica de Los Increíbles.

No había otro objetivo, solo llegar a tiempo a la dulcería de un popular cine para conseguir palomitas de queso y de caramelo que complementaran la maravillosa satisfacción de sentarse frente a una gran pantalla a ver una película que prometía ser magnífica, en compañía de seres queridos que compartían la ansiedad.

Y así sucedió. A pesar de las dificultades llegamos, y finalmente tuvimos frente a nosotros a la emblemática familia de superhéroes creada por Pixar.

La película transcurre en la misma atmósfera sesentera de la primera entrega, y se mantiene una continuidad nostálgica que nos hace recordar inmediatamente por qué es una historia original que en 2004 nos hizo amarla.

Los personajes también son fieles a nuestros recuerdos y se nos presentan completos, con un set de apariciones muy equilibrado, y el bebé increíble; Jack-Jack, no deja de fascinar en cada una de sus intervenciones.

La narrativa nos regala una película de acción, y al mismo tiempo una historia sofisticada que sin duda, se ha ganado un lugar en el olimpo del cine de animación, ya que si bien es deducible el rol de los personajes antagónicos y se mantienen los dilemas morales del bien contra el mal, se nos muestra un planteamiento que podemos relacionar con la realidad que vivimos hoy en día, especialmente cuando se habla de los superhéroes como “otros”, como los “diferentes” a quienes se tiene que regular a través de leyes que claro, son cuestionadas en la película, lo que puede llevarnos a reflexionar que no siempre que algo sea legal es necesariamente correcto.

Las interpretaciones que hagamos sobre los temas que se tocan en la películas son subjetivas claro, pero es interesante que en Los Increíbles 2 vemos un mundo de superhéroes que sueñan con salvar el mundo mientras lidian con la cotidianeidad de la adolescencia de una hija, Violeta; con la hiperactividad de Dash, con un bebé que está descubriendo sus poderes, con conflictos maritales, y algo muy ad hoc a lo que vemos hoy en día, la importancia del equilibrio entre hombres y mujeres, ya que desde los primeros trailers se dejaba ver que Elastigirl tomaba el liderazgo como heroína además de madre, mientras Mr. Increíble se quedaba en casa a tratar con algo no menos importante, el cuidado de sus hijos.

La película nos deja un espléndido sabor de boca y un gran reconocimiento al trabajo de todos quienes la hicieron posible, un equipo de artistas de Pixar liderados por Brad Bird, quien por cierto da voz a Edna Moda en la versión en inglés. Y otro dato interesante, al final, en los créditos, vimos el nombre de Stefan Schumacher, animador de Pixar que estuvo en Talento en ESCENA en el mes de mayo.

La animación en todo su esplendor fue más que expuesta en Los Increíbles, y son este tipo de experiencias las que nos hacen soñar con un panorama en el que a través del arte y las historias de calidad, sigamos pensando e interpretando el mundo que habitamos, para ser cada vez más tolerantes, más sensibles e incluyentes.



Por: Michelle Castro

Imágenes: WEB