Mujeres en la animación

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El mundo del arte siempre se ha caracterizado por ser quizá el entorno de expresión humana más diverso. A través de la pintura, la escultura, el cine, la literatura, así como de nuevos formatos artísticos; que gracias a la tecnología y medios de comunicación, han ganado un legítimo lugar en la industria del entretenimiento, se ha dado espacio y voz a sentimientos, preguntas y criterios que cuestionan principios preestablecidos de las sociedades.

Sin embargo, uno de los grandes problemas que es más evidente en estos tiempos (aunque siempre haya existido), sobre todo por la denuncia de distintos casos de violencia y el surgimiento de movimientos sociales, es la inequidad de género.

¿Y qué es la inequidad de género? Que no haya los mismos derechos y oportunidades para el libre y pleno desarrollo de los seres humanos a causa del género al que pertenecen, o con el que se identifican.

No hay medio social que se salve. A lo largo de la historia las mujeres hemos tenido muchas dificultades para desarrollarnos como ciudadanas, profesionales,  o como sea. Y la animación es un ejemplo más.

Si bien es cierto que actualmente las brechas de género comienzan a reducirse poco a poco, y la presencia femenina va incrementando en las escuelas de arte, la industria del entretenimiento sigue siendo liderada por hombres. Ahora bien, habrá quien se pregunte, ¿cuál es el problema?, ¿si hay hombres a la cabeza de los proyectos es malo?, ¿está mal que haya directores talentosos que resaltan en la industria?

Claro que no. El hecho de que haya un sinfín de hombres con talento en la industria de la animación (en cine, televisión, publicidad...) no tiene nada de malo, el problema es que quienes dirigen proyectos, toman decisiones creativas, definen los salarios, lideran producciones, emiten opiniones y juicios, así como críticas, son mayoritariamente hombres.

Preguntémonos, ¿cuántas mujeres en puestos de toma de decisiones vienen a nuestra mente al pensar en nuestras películas de animación favoritas?, ¿y cuántos hombres?, ¿cuántas mujeres han sido reconocidas con premios nacionales e internacionales en el medio de la animación?, ¿cuántas mujeres son maestras, asesoras, directoras, productoras, o estudiantes, en el mundo de la animación?

Más que hace una década y sin duda, muchas más que hace cincuenta años; sin embargo estamos lejos de la equidad. La equidad no implica que seamos iguales en todo, porque ciertamente somos diferentes como personas, la equidad se trata de construir un “piso parejo” en cuanto a derechos. La equidad busca que tengamos las mismas oportunidades para desarrollarnos plenamente, y que las desventajas no se deban a quienes somos o a cómo nos definimos, en este caso, en cuanto a nuestro género.

¿Por qué parece que hablar de género, de equidad, y de feminismo está de moda? Porque gracias a las luchas constantes, a la tecnología, y a los medios de comunicación se ha logrado visibilizar la falta de equilibrio en el acceso a derechos y oportunidades, como en los movimientos #MeToo, #NiUnaMenos, #NiUnaMás, o #TimesUp, mismos que a través de Redes Sociales, cobraron fuerza a nivel internacional y poco a poco continúan captando la atención de cada vez más gente, y las discusiones se multiplican.

No olvidemos que a finales del año pasado, John Lasseter, uno de los pilares creativos de Pixar y Disney, fue acusado de comportamiento inapropiado hacia varias de sus colaboradoras, y esta situación derivó en su distanciamiento de los estudios.

La mención de este caso se debe a que a partir de situaciones polémicas como estas, se hace evidente la necesidad de cambio, no solo en términos de defensa contra abusos explícitos, sino de cambio en los estándares de la industria en general.

Si las mujeres no ganan lugares serios y de toma de decisiones en proyectos que llegan a millones de personas, la manera de retratar personajes seguirá siendo la misma, y permanecerá alejada de miradas y perspectivas femeninas; si no sumamos storytellers mujeres y de cualquier otro género, cerramos universos enteros de diversidad creativa, si no ganamos representación en las mesas de discusión, no podremos demandar salarios justos, es así de simple.

Y no es fácil. Pero se está avanzando y hay ejemplos notables, como Women in animation, una organización sin fines de lucro fundada en 1993 por la productora y periodista Rita Street, que  promueve el talento y la participación de las mujeres en la animación, a través de campañas de comunicación, congresos y becas como “The Phyllis Craig Scholarship”.

También es importante resaltar el esfuerzo que hacen escuelas de gran renombre como el California Institute of the Arts (CalArts) al generar programas de apoyo y becas para mujeres con el fin de que obetengan una educación artística de calidad, así como los mecanismos de participación femenina impulsados por Festivales como Pixelatl en México, que recientemente anunció una convocatoria de apoyo a proyectos de animadoras en conjunto con Cartoon Network, al igual que festivales como Annecy, Gran Canaria, Cannes, o Chilemonos; el Festival Internacional de Animación chileno con una larga tradición de exposición del trabajo femenino, que en 2017 por ejemplo, recibió a una delegación de animadoras mexicanas que expusieron sus trabajos en las categorías del festival, así como en charlas y Master Classes.

Estos fueron solo algunos ejemplos de los esfuerzos por transformar el panorama actual de la industria de la animación en un terreno mucho más equitativo que permita el reconocimiento a la diversidad de opiniones, saberes y criterios; y para avanzar en ese sentido, es necesario que los hombres reconozcan la necesidad de esta transformación, y sean compañeros de cambio, de pensamiento y de inclusión.

Por: Michelle Castro

Imágenes: ESCENA Archivo