Sobre los sueños, el arte, y cómo mantenerse a flote

“Hasta el infinito y más allá” es una frase que ha trascendido su tiempo y contexto para convertirse en un referente cultural de millones de personas.

Cómo olvidar la primera vez que la escuchamos… Cómo olvidar la expresión de esperanza de Buzz Lightyear al pronunciarla, cómo no recordar todo lo que vivimos al ver Toy Story.

Preguntémonos ahora, ¿es posible saber qué frase, o película, o libro alcanzará el grado de “inmortal”? Pues no, por supuesto que no.

Si bien es cierto que desde hace un tiempo se pueden establecer algunos ingredientes para ofrecer creaciones o productos consumidos por las masas, siempre existe un alto grado de incertidumbre en cualquier proceso creativo.

Esto quiere decir que no hay recetas, y por ende, al momento de concebir una idea, no queda más que desarrollarla con el mayor esfuerzo y pasión posibles, ya que es algo ocioso preguntarse o incluso atreverse a determinar si se convertirá en “inmortal”.

Suena riesgoso, sí. Pero tengamos en cuenta dos elementos. El primero es que existe un sinfín de ejemplos en la historia de proyectos creativos que en su momento no han sido bien recibidos por grandes audiencias y han encontrado su esplendor muchos, pero muchos años después; como las obras de Shakespeare, los cuadros de Van Gogh, o las películas de los hermanos Lumière.

El segundo elemento tiene que ver con nuestra definición de éxito. ¿Qué es eso? Pues, digamos que se parece a alcanzar metas u objetivos establecidos. El éxito es algo que se ajusta a cada persona y a cada proyecto.

Hacer una película que sea vista por millones de personas, ser aclamado por la crítica especializada, llenar cuentas bancarias de mucho dinero, es… ¿éxito?

Esta última es una pregunta capciosa. Sabemos que con algo de suerte (está bien, mucha suerte… demasiada), nuestras creaciones serían vistas por millones de personas, seríamos aclamados por alguien y llenaríamos una cuenta bancaria con algo más que deudas.

Tratemos entonces de reflexionar sobre nuestros objetivos al crear algo. ¿Qué queremos lograr?, ¿por qué lo hacemos?, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a llegar? Estas son algunas preguntas que nos brindan algo de claridad en el panorama.

Esa claridad es necesaria siempre que nos embarquemos en el riesgoso pero satisfactorio laberinto de la creación, ya que el éxito también se compone de aprendizaje, educación, reflexión y pensamiento crítico.

En ese sentido es que debemos tener en cuenta que no hay manuales para lograr nuestros sueños, pero lo que sí tenemos, son infinitas posibilidades de hacerlos realidad.

Decía Picasso que la inspiración existe, pero debe encontrarnos trabajando, y no hay nada más cierto; la mayoría de las grandes satisfacciones cuesta trabajo, y mucho.

¿A dónde queremos llegar entonces? A la valiosísima conclusión de que sea lo que sea que queramos en la vida, primero debemos desearlo realmente, para poder fijarnos metas y cumplirlas poco a poco hasta llegar a donde queramos.

Si decidimos tomar el camino del arte, hay que tener en cuenta que más que una profesión, se trata de un estilo de vida que nos acompañará siempre, y así como nos traerá triunfos que seguramente disfrutaremos, debemos estar preparados para aprender de las dificultades.

Esto último puede resultar repetitivo, pero dedicarnos al arte o a cualquier campo creativo en general requiere que tengamos estos consejos muy presentes, ya que es sorprendente la cantidad de ocasiones en las que olvidamos que el talento ayuda, pero no lo es todo.

Así que adelante…

Confiemos en nuestras capacidades, estemos dispuestos a enfrentarnos a las dificultades, aprendamos de nuestros errores y seamos persistentes; que ni Pixar, ni Disney, ni Van Gogh, ni los hermanos Lumière iniciaron siendo “inmortales”.

Recordemos que las ideas geniales, las que cambian la forma en la que vemos la vida pueden llegar súbitamente a nosotros, y tenemos que estar preparados para captarlas, trabajarlas y hacerlas realidad sin temor a equivocarnos, ya que como dice un sabio proverbio de algún sitio, no hay peor lucha que la que no se hace.

Pensemos siempre “hasta el infinito, y más allá”.

 

Por: Michelle Castro

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*Imágenes de WEB