La Bella y la Bestia de Jean Cocteau

Desde sus inicios el cine fue grandemente influenciado por otras artes, como la fotografía en un principio, la pintura o el teatro y es que al buscar un lenguaje propio el cine reutilizó los lenguajes que les eran propios a otras ramas artísticas.

Es por eso que probablemente sea la literatura el arte la que más lo haya influenciado, pues es de ella de dónde salen sus recursos narrativos. Pero la influencia literaria no para ahí, y es que ha sido fuente de inspiración para innumerables films.

Cosa que podemos constatar desde Georges Méliès con su film Viaje a la luna (1902), que fue grandemente influido por textos de Verne, o bien con el film que hiciera Jean Epstein acerca del cuento de Edgar Allan Poe La caída de la casa de Usher en 1928 o la adaptación de Drácula de Bram Stocker hecha por Friedrich Murnau en 1922.

Precisamente en el presente trabajo se analizará otro film que tuvo por musa un cuento, nos referimos a la primera adaptación hecha al cine de La Bella y la Bestia, realizada en 1946 por el multifacético artista francés Jean Cocteau.

Cocteau nació en Francia en 1889 y publicó su primer libro de poemas a los veinte años, integrándose en el círculo artístico, donde era conocido como el Príncipe frívolo, y formó amistad con Picasso, Proust, Modigliani o Apollinaire. Incurrió en la literatura, poesía, dibujo y en el cine, siendo sus obras más representativas La Máquina Infernal obra teatral de 1930 y su película Orphée de 1950.

Largamente se ha ligado al poeta con el surrealismo, sin embargo nunca formó parte del grupo, y el mismo Breton lo consideraba una persona detestable. Esta unión ha sido sobretodo pensada por la influencia freudiana que compartían tanto el Surrealismo como Cocteau.

En 1937, Cocteau conoce al actor Jean Marais, quien se convertirá en su pareja así como una pieza clave y musa para sus obras, fue el mismo Marais quien le pediría que le realizara una película de La Bella y la Bestia, film que el mismo protagonizaría en 1946.

La historia en la que se basó Cocteau es la de 1757 escrita por Jeanne Marie Le Prince de Beaumont, y centraba su atención en Bella, como una crítica hacia los matrimonios arreglados, tan comunes en la época, y una lección a las mujeres para no dejarse llevar por las apariencias y “elegir” un marido guapo o con ingenio, cualidades que por el hechizo que había caído en él, eran nulas en la Bestia.

Como en toda adaptación podemos encontrar varias diferencias entre la película y el cuento, en muchos casos se podrá pensar en licencias creativas usadas para poder adaptar el cuento al medio. Sin embargo hay tres diferencias que me parecen claves dentro de la historia de Cocteau, comenzando por la invención del personaje de Avenant, como una contraparte de la Bestia, contando con gran belleza exterior pero no con la bondad de corazón, y siendo el primer pretendiente de la Bella.

El final del film, es otra de estas grandes diferencias. En él, mientras la Bestia muere en brazos de Bella; la diosa Diana mata con su flecha a Avenant por atreverse a traspasar su pabellón, y logra con esto que intercambien cuerpos Avenant y Bestia, logrando con ello una unión entre la belleza exterior e interior  de la Bestia, así como de los pretendientes de Bella y poniendo fin a la dicotomía creada por Cocteau con la invención del personaje.

Y por último la otra gran diferencia se encuentran en Bestia, y es que a diferencia de Le Prince, Cocteau centra su historia en Bestia, siendo un personaje bueno de corazón al que a gran diferencia del cuento no le hace falta ni ingenio, ni inteligencia, y es que nuestro director y poeta no se siente identificado con la inexperta Bella, sino con el incomprendido Bestia.

Antes de adentrarnos en la historia, hay otro punto muy importante a tocar y es que Cocteau hace una pequeña pausa antes del inicio del film, una especie de prólogo, introducido por el corte que hace el propio director – no se le ve de frente, pero se reconoce a la figura – para hacer una petición al público, y pedir a los espectadores un poco de ingenuidad infantil, para creer en una Bestia, creer en lo que se les dice. Este pequeño prólogo es de suma importancia, pues gracias a él Cocteau comenzará la creación del ambiente necesario para una película fantástica.

Y es que, como es costumbre en las películas fantásticas, el mundo de este film se dividirá en el real y el mágico, por un lado tenemos la casa de Bella que será el mundo real y por otro el mundo mágico que será el castillo de la Bestia. Para la creación de ambos mundos Cocteau instó a su director de fotografía Henri Alekman a ser lo más duro y contrastante posible, tratando al mundo real como casi documental para que el mundo mágico, por oposición, fuera real también.

Para la creación del mundo real Cocteau se basó en pinturas flamencas, influencia palpable en la elección de la casa, el mobiliario y vestuario, y trató este mundo con gran iluminación, para que contrastara fuertemente con el mundo sombrío y en tonalidades azules del castillo de Bestia. Para la creación del mundo mágico usó como inspiración grabados de Gustave Doré, en este caso, hasta los encuadres y las composiciones serán referencias a estos grabados, como por ejemplo en la escena en que Bella baja la escalera que hace referencia al grabado de Peau d’ane.

La iluminación en este caso nos recuerda a la expresionista, con grandes juegos de claroscuro y proyecciones de sombras. Sin embargo, para la creación de este mundo y sobre todo un ambiente mágico no basta con  la iluminación o la influencia de Doré, Cocteau utiliza ráfagas de viento y humo para hacer más misterioso y mágico el ambiente en ciertas escenas, como cuando el papá de Bella se sorprende en la mesa de cena o cuando Bella recorre el pasillo.

La decoración fue sumamente importante también, los brazos que sostienen candelabros, o estatuas vivientes de las que sale humo y se mueven, no hacen más que llevarnos a un ambiente mágico y barroco en el que todo puede pasar, pero también son testigos silenciosos de la historia de Bella y Bestia.

Otro recurso ampliamente usado en este mundo mágico es la inversión del tiempo, por ejemplo en la escena en que el padre entra al castillo y los candelabros se prenden uno a uno, en realidad el actor caminaba hacia atrás a tiempo que se iban apagando, logrando con ello esta magia.

Todo esto redondeo e hizo posible el ambiente para que la introducción de la Bestia fuera la culminación de este mundo mágico, y para que fuera más creíble, su presencia, apelando nuevamente a la ingenuidad infantil que nos pidió Cocteau en un principio.

El film de Cocteau, no sólo fue la primera adaptación al cine de esta historia sino que logra adentrarnos a ella de una manera total, parece que su prólogo se hace realidad, y olvidamos de la sensación plástica de la máscara de la Bestia, o nos sorprendemos al ver cómo los candelabros indican las direcciones a seguir.

Cocteau comentaba también que no perseguía la poesía dentro del film, pero que parecía encontrarla en cada momento y en cada toma al hablar acerca de la escena del pasillo de Bella, y cómo se adentraba la luz por las ventanas al tiempo que la ráfaga de viento hacía que se movieran las cortinas.

En una época muy difícil en que tuvieron que sacar toda la genialidad para realizar el vestuario con telas cortas de aquí y allá, Cocteau logra llevarnos a un mundo mágico, donde existen bestias, esculturas vivientes y es la primera persona que dota de vida al castillo de la Bestia, agregándole con ello misterio y magia al cuento.



Por: Vania García, quien es Historiadora del Arte, apasionada de los videojuegos y la fusión de arte y mundo digital, también es Representante de Admisiones en ESCENA. 

***Imágenes de WEB.