Alita: Battle Angel, imperdible

Alita: Battle Angel es una película impactante de inicio a fin. No solo porque es una muestra de lo que una buena adaptación de un manga de culto puede ofrecer, sino porque es una fascinante combinación de ciencia ficción, tecnología, arte y debates humanos que enfrentamos día a día.

La película fue dirigida por Robert Rodríguez, pero este fue un proyecto concebido originalmente por James Cameron, que a su vez conoció la historia del gran Yukito Kishiro por medio de Guillermo del Toro, y al quedar maravillado, se propuso dar forma a una adaptación cinematográfica que tratara de hacerle justicia a su universo complejo y vibrante. 

Cameron sabía que realizar esta película le llevaría tiempo e implicaría esfuerzos insospechados, pero aun así comenzó a dar algunos pasos, y le mostró sus ideas a Robert Rodríguez, quien igualmente se enamoró de la historia.

Pero un día, Avatar llegó para quedarse. Ciertamente el proyecto de Alita se pensó incluso antes que Avatar, pero este último bebé de Cameron ocupó casi todo su tiempo, y lo sigue haciendo; por lo que el buen “Jim” le legó la titánica tarea de encargarse de Alita a Robert, mientras que él se mantuvo cercano al proyecto como productor (Rolling Stone Magazine).

Alita: Battle Angel es una película que nos revela un mundo que parece lejano por el año en el que se sitúa y por sus avances tecnológicos, sin embargo resulta familiar por la marcada división social que impera, así como por el deseo de los personajes y de casi cualquier persona, de hacer lo necesario para tener una vida mejor.

Alita es una cyborg que el Dr. Dyson Ido encontró en muy mal estado mientras exploraba un basurero, y que se llevó con él para tratar de repararla. Alita es un nombre que el Dr. Ido le da, ya que ella no recuerda nada de su vida, pero poco a poco la memoria vuelve a ella al enfrentar situaciones en las que sus habilidades de combate le dan pistas sobre quién es.

Visualmente es una película contundente. La actuación de Rosa Salazar es extraordinaria, ya que como ella misma ha expresado, gozó de amplia libertad apropiándose del personaje para que su fisicalidad y emociones quedaran manifiestas en el resultado final, a pesar de todos los artilugios necesarios para trabajar con mocap. La mujer trabajó con cascos, puntos en la cara, y cámaras por todos lados para que el motion tracking fuera perfecto.

Vimos también a un Christoph Waltz “bueno” (ya que es difícil no pensar en él como Hans Landa), que acompaña a Alita en su descubrimiento personal y nos brinda los detalles de la historia que nos hacen entender que en el futuro las clases sociales son igual o más brutales, ya que después de una gran guerra (The Fall), Iron City es la última ciudad de la tierra, y sus habitantes trabajan para Zalem, una ciudad rica que flota en los cielos.

Hugo es un joven amigo de Alita que la introduce al Motorball, deporte que tiene un papel fundamental en la cinta al ser el escenario en el que vemos escenas de acción y enfrentamiento entre personajes que son dignas de admiración y reconocimiento a los artistas (modeladores, animadores, artistas de vfx...) que las hicieron posibles.

Sin embargo, a la par de las impresionantes actuaciones y los inesperados cambios de postura de algunos personajes, Alita nos presenta cuestionamientos cotidianos, como qué tanto estamos dispuestos a hacer para cumplir nuestros objetivos, o bajo qué circunstancias aquello que siempre quisimos puede cambiar.

“Conmigo es todo o nada”, dice Alita en algún momento de la película, y esta frase engloba muy bien la determinación con la que el personaje actúa en cualquier situación, ya sea probando una naranja por primera vez, o enfrentándose a los villanos de la historia con coreografías de combate poderosas, y en las que se muestra mucho más hábil y calculadora que delicada o temerosa.

Alita: Battle Angel ya es un éxito mundial y claro que se debe a la pericia para realizar una buena adaptación, y al involucramiento de un gran director y productores (y el presupuesto sin lugar a dudas), pero un elemento medular es el universo concebido por Yukito Kishiro, que a pesar de haber nacido hace tantos años, hoy es más que relevante y atractivo para explotar las nuevas formas de hacer cine, y de contar historias.

 

Por: Michelle Castro

Imágenes: WEB