La Forma del Vino

Las dos cosas que genera el arte son belleza y misterio.

Guillermo del Toro

La belleza de un vino reside en sus aromas y sabores. El misterio emerge del estilo y este solo puede surgir de las habilidades de quien lo produce. Quienes reconocemos en la elaboración del vino la generación de dichos atributos, la consideramos la más efímeras de las artes, como sucede también con la gastronomía. En el caso del vino, deslizarse por los vericuetos de su creación sin tomar riesgo alguno será la mejor receta para hacer vinos simples, que no sencillos.

Así como en el mundo del cine hay muchas más películas malas que buenas, en el de la vinicultura sucede algo parecido. Es quizás el atrevimiento, esa especie de arrojo con hilo conductor, lo que abre las puertas de lo que llamamos originalidad. Aquello que consideramos genial está siempre al borde del precipicio. Crear vinos de calidad haciendo combinaciones de uvas impensables en otras regiones, requiere el mismo valor que poner a bailar a una sordomuda con un anfibio en el cine y seducir a quienes intentan descubrir el mensaje en uno u otro caso.

Cuando Carlos Falcó, Marqués de Griñón, plantó las primeras parras de Petit Verdot en su propiedad ubicada en la región vinícola de Castilla La Mancha, fue inmediatamente rechazado por el Consejo regulador de la D.O. ya que la utilización de dicha variedad no estaba autorizada en la zona. Lo que hizo fue, como bien dice Guillermo del Toro hablando de cine, crear un sistema para ser libre. Obstinado como pocos, continuó por el camino marcado por su intuición consiguiendo la autorización de esta y otras variedades ajenas a la denominación. No son pocos los enólogos del llamado Nuevo Mundo que vienen creándose los espacios para demostrar de qué son capaces cuando las cosas se hacen con pasión y osadía. Quienes piensan que el vino es no más que la transformación de los azúcares de la uva en alcohol se quedan muy cortos.

La forma del vino es, en realidad, los sueños líquidos de quien lo concibe, las enseñanzas de su alquimia ancestral, el ingenio y la perseverancia de su bienhechor. Si en el caso del cine, lo sensorial se traduce en emoción, como bien dice del Toro, en el caso del vino debe ser igual. El encanto, que es la forma de la fascinación, se resume en unas cuantas palabras, cuando de una buena película o de un buen vino se trata: quisieras que nunca se terminara.

 

Por: Luis Miguel Azua "Dionisio del Valle". 

Imágenes: Portada; WEB. Interior; archivo de Luis Miguel Azua.